sábado, 19 de noviembre de 2011

Ocho y diez de la mañana

Tengo duros los huesos, y aún asi siento el frio y la pesadez de tus parpados hinchados que apenas reaccionan entre el humo del tabaco mas barato del país.
Estabas limpio, hace un par de horas lo estabas. Ahora, en este preciso instante, tu aura blanca esta contaminada por el irresistible olor a etanol que se te escapa de la boca. Es casi visible, puedo ver todo a traves de tu respiración sádica y esos dientes que hacía un par de minutos escoltaban la belleza de tu risa... De tu puta risa, aquella que parece aprendíz de los demonios nefastos que se masturban en un valle de hambriento libertinaje.
Sos unico, sos precioso. El brillo aún no desaparece de tu silueta, ni siquiera estando tan mojada en esa transpiracíon que yo mismo extirpe de tus poros, (Se me cruza por la mente el fugaz recuerdo de tu pelo corto maniatado entre mis dedos, exactamente en el mismo instante en el que tus gemidos penetraban cada rincón infame de los timpanos que se consideran simplemente mios) poros que son cadena de tu piel, una piel que sintio el despliege de mis labios calientes, ensalivados, sedientos.
Sucio, estas radiantemente sucio y disperso, vaya a saber en que mundo, bajo que recuerdo. Sigo tu mirada perdida en vano, sin comprender en que pensas, sin comprender si estas en este momento satisfecho o contento de haber sido semilla de un momento tan brillante y fuerte, semilla de un relampago que precipitó y lleno de vomito y pecado a las sabanas rotas, gastadas.
Te miro de nuevo y sonrio. Mi garganta tiene restos de tu semen en todas sus paredes, y aún asi mi lengua extraña el salado amor que tu virilidad exhaló durante aquella orquesta deliciosa que mucha gente aburrida conoce como orgasmo.
Si, esa orquesta deliciosa que tambien estuvo dentro mío, entre tus brazos y bajo tu pecho. Bajo tu efecto dominante y masculino, sofocante y misterioso.
Reminiscencia en carne viva; un consuelo oculto que sufre de vertigo y despliega sus alas sobre un colchon oxidado y viejo.
Vuelvo a vos fuera del recuerdo, vuelvo a tu mirada sucia y dispersa que ahora se fija frente a frente ante la mia. Vuelve tu sonrisa, que como siempre nace y despierta a la mia. Sonrisas pícaras, solitarias...